Paloma Lirola Ávila Paloma Lirola Ávila

el monumento a la queja

El monumento a la queja, que honra la labor desempeñada por la queja durante la pandemia, la Edad Media y la época de entreguerras, entre otras eras destacadas de la Historia, se queja aludiendo que: “aceptar que la queja es buena es como aceptar la política de privacidad de una aplicación para el móvil. Le das al botón y tiras para adelante sin leer la letra pequeña, pensando que el aviso es anodino, que nunca te afectará descargar algo así. La ironía es que, si llegado el día, te llevas una sorpresa desagradable y tienes algún problema, alegarán que el botón pone “aceptar” porque “para que luego no te quejes” no les cabía. En definitiva, que a nadie le gusta escuchar eso.”

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